"Madurez del hombre adulto: significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar". (Friedrich Nietzsche)

martes, 17 de diciembre de 2013

Percepción de comunidad

- Fuente original: http://sites.google.com/a/alexmesa.com/escritura/reflexiones/percepciondecomunidad


Cada cuál tiende a vivir su vida, como es lógico, como propia. Lo es, sin duda, en muchos sentidos. El logro intelectual por excelencia de la humanidad, es decir, alcanzar la autoconciencia, lleva a que se comprenda que nuestra vida nos pertenece. Lleva a distinguirnos de los demás, a saber donde acabamos nosotros como entidad individual corpórea y mental. Es decir, saber distinguir entre un yo y los demás.



Cuando uno está sano y sin ningún tipo de patología o deficiencia de ningún tipo, aún este sentimiento es más fuerte, comprensible y fácil de comprobar. Uno puede levantar cualesquiera de sus manos a su antojo, puede decidir cuando hablar o cuando permanecer callado, puede sentir su propia respiración si se detiene a escucharla, etc.



Sin duda alguna, los seres humanos somos constituidos como seres individuales y fácilmente limitables (al menos en el aspecto físico).

Sin embargo, ¿alguna vez se han parado a pensar, quiénes serían ustedes, sin el resto de seres humanos?



Por supuesto, no pretendo referirme a la obviedad que supone decir que para haber nacido, debe uno haber sido engendrado por otros seres humanos (con el material genético de ellos, al menos).



Pretendo referirme a qué sería de ustedes, de mi, de todos, si, por poner, esta vez sí, un ejemplo típico, nos quedáramos solos en la Tierra.



No puedo vacilar acerca de la capacidad de cada uno. Seguro que muchos de ustedes son buenos en muchas cosas y, quizás, muchos crean que son especiales en lo que hacen. Y, probablemente, esto sea así. Algunos serán unos excelentes profesionales del sector de la construcción o de la locomoción, a la vez que, quizás, sean buenos amantes y padres. Otros serán virtuosos de la canción, buenos actores, deportistas consumados o, como en mi caso, les guste escribir sobre aquello que piensan. La mayoría se resistirá, con gran razón, a pensar que son un número más en un gigantesco engranaje. Cada uno, a su manera, aporta un factor diferencial. Y es bueno que esto sea así: hay sitio y debe haberlo, para la personalidad.



No obstante, repito, ¿alguna vez se han parado a pensar, quiénes serian ustedes, sin el resto de seres humanos?

 CC; Imagen de dominio público (fuente: www.clker.com)




Ejemplificando mi caso, me resultará más fácil explicarme. Yo soy una persona que, con mayor o menor acierto, trato de escribir (de una manera original, a poder ser). Soy doctorando de mi universidad y aspiro a poder vivir de mis esfuerzos intelectuales. Con algo de suerte y valía, es probable que este punto llegue a cumplirse algún día (aunque tal y como están las cosas... eso daría para otro artículo).



Sin embargo, al igual que todos ustedes, yo nunca seré una persona independiente de una forma plena. Es más, en realidad, nunca podré ser independiente en casi nada.



Me explico. Yo no soy la persona que produzco la mayor parte mi alimentación. Ni mi ropa. Ni la energía que consumo en casa. Ni tampoco soy quién se fabrica sus antibióticos, si alguna vez los necesito.



Aunque yo pueda llegar a poseer un sueldo con el que costear económicamente todo esto y, así, poder conseguirlo, nunca podré decir que lo he conseguido de una manera independiente.



No voy a entrar a valorar si el precio que pagaré por todo esto es justo o no. Ese no es el tema. El tema es que, para que yo pueda ocupar la mayor parte de mi tiempo en hacer aquello que se me da bien, otros tienen que dedicar su tiempo en aquello que a mi, de mientras, me hará falta.



Solo me he remitido a algunas de las cuestiones más básicas, aunque, en verdad, así es con todo. Lo es, cuando voy al cine o al teatro a entretenerme o culturizarme. Lo es, cuando he asistido a cursos para formarme. Lo es, cuando leo libros que me resultan interesantes. Y, espero, que lo sea cuando a alguien le sirvan mis esfuerzos y trabajo para seguir adelante.



El grado de utilidad directa de lo que hace cada ser humano, es muy variable. Entre otras cosas, porque no todo el mundo lee, pero sí que todo el mundo necesita comer. Pero lo que está claro es que, ningún ser humano, por rico o inteligente que pudiera ser, podría hacer prácticamente nada, sin que existiera otro ser humano. Y reitero, que se pague un precio monetario por todo lo que he dicho, no elimina el hecho de que ha mediado otra persona. Y de que es necesario que esa persona exista.



Si no me creen o no me acaban de comprender , simplemente piensen en que cosas podrían hacer ustedes en una isla desierta (totalmente desierta). O mejor aún, piensen que harían personas como Amancio Ortega, Bill Gates o Emilio Botín. Por mucho dinero que tuvieran, no conseguirían apenas garantizar su subsistencia. Se pasarían la mayor parte de su tiempo tratando de alimentarse y, probablemente, no les sobraría tiempo para mucho más.



Y si le buscan una utilidad o sentido a esta reflexión, creo que puedo dárselo. Aunque en su día a día se sientan muy especiales con lo que hacen y, si es el caso, satisfechos porque creen que pueden tener todo a su disposición, piensen que nadie, absolutamente nadie, es totalmente independiente.



Quizás, de esta forma, algún día se podrá recapacitar y pensar que, efectivamente, no se puede apretar las tuercas de algunos hasta el punto de la cuasi-aniquilación.



Porque todos, en mayor o menor medida, hacemos falta. Porque todos formamos parte de una gran comunidad, aunque el dinero, nuestra autoconciencia, u otros factores, nos hayan hecho perder la percepción sobre su existencia.


Alex Mesa

17-12-2013

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