"Madurez del hombre adulto: significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar". (Friedrich Nietzsche)

lunes, 20 de enero de 2014

La enfermedad es el dogmatismo


Hoy mismo, se han dado a conocer las declaraciones de un cardenal español que, preguntado por la cuestión, ha definido a la homosexualidad como una enfermedad. El motivo alegado: imposibilita la reproducción.

No quisiera entrar “al trapo” reduciendo este post a algo obvio pero que, no obstante, se hace irresistible mencionar: por esta regla de tres, este señor, como sus compañeros, es un enfermo por el simple hecho de que, supuestamente, sigue el celibato.


Pero tranquilos: no, el celibato no es una enfermedad. Pero la homosexualidad, tampoco. Y no me voy a estirar más al respecto. Intentar demostrar una cosa o la contraria en dicho tema, ya revela algo: es un tema que preocupa. Y no debería preocupar. Sólo un apunte: ¿Qué clase de virus, bacteria, desorden emocional, etc. causa la homosexualidad ? Y, sobretodo, ¿Qué clase de consecuencias perniciosas tiene para la salud o integridad de las personas homosexuales (o para las de las personas que se relacionan con ellas) , su misma condición sexual?

CC; Imagen de dominio público (fuente: www.clker.com)



Como estaba queriendo decir: el problema de esto, es que esto sea un problema. Pero, se ve, que para algunos, lo es. Como otras tantas cosas, que no debieran serlo.


Si el deber tuviera lugar: debiéramos ser, por norma, medianamente respetuosos.


A mi, toda convicción o creencia de tipo religioso, así como cualquier preferencia de tipo cultural o artístico y, casi todas las simpatías políticas (el “casi” es un límite que se debe poner para aquellos que quisieran que no fuéramos respetuosos con los que no piensan como ellos), me merecen un respeto. Puedo estar más o menos de acuerdo. Puedo simpatizar en mayor o menor medida. Pero, intento, tener el mazo de la crítica siempre presente y, por lo tanto, estoy abierto a escuchar lo que cada cuál quiera decir y, luego, me quedaré con aquello que me parezca adecuado, correcto o valioso. Lo demás, lo desecharé.


Lo que nunca haría sería negarle a nadie la posibilidad de que sea como quiera ser, que haga lo que quiera hacer, que piense como quiera pensar.

En primer lugar, me sería imposible nunca reunir el poder efectivo para impedir esto. Pero, y esto es lo más importante, no comprendo en que iba a mejorar mi vida, tratar de fastidiar la de otra persona, simplemente porque no piense como yo. Eso no me hace daño.


En el caso particular que me ha hecho empezar este artículo, es decir, sobre la homosexualidad, seguro que podría tener una contestación de aquellos que piensan como el susodicho cardenal: la homosexualidad afecta a todos porque pervierte a las juventudes, genera dolor en las personas “que la sufren” y en sus allegados... Es posible que, incluso, se me diga que es bueno hablar de ello y tratar de ponerle freno, para evitar contagios. Por decir, seguro que me podrían decir eso y mucho más. Pero de entre todas las cosas que me podrían decir, seguro que me acabarían diciendo una, que no siendo la más grave, si sería la más paradójica: “para que escribes un artículo como éste, si tú no eres homosexual”. Y entonces, me lo dejarían fácil: “por el mismo motivo por el cuál ustedes hablan de ello sin serlo, para combatir a la enfermedad. Pues de entre todas las enfermedades que tienen que ver con las ideas, el dogmatismo, es la peor de ellas.”

Alex Mesa

20-01-2014

Nota: Está permitido  reproducir parcial o totalmente este artículo siempre y cuando se cite la fuente (la dirección web) y el autor original. Queda prohibida  la venta o utilización de este artículo con fines económicos sin previa consulta al autor.

jueves, 16 de enero de 2014

¿Violencia?


- Fuente original:
Pensamiento de los políticos españoles:



Os vamos a enseñar lo que es la violencia. Violencia es que nos pongáis límite, o que lo pretendáis. Violencia es que salgáis a las calles a protestar, cuando deberíais estar haciéndolo en vuestras casas, en voz baja. ¿Pero no os da vergüenza ir quemando contenedores por ahí? Por favor, ¿Por qué lo hacéis? ¿Por qué pasáis hambre? Dejadnos que os enseñemos lo que os conviene, o ¿acaso pretendéis vivir como nosotros? No somos iguales. Nos parece genial que no estéis de acuerdo con lo que hacemos, pero dejádnoslo hacer, de todas formas. No pongáis trabas. Decid lo que queráis, pero en las urnas. Y si no os gusta, a esperar otros cuatro años. De mientras, silencio. 
 
CC; Imagen de dominio público (fuente: www.clker.com)

Si queréis... podéis indignaros, pero en una esquina y sin armar jaleo, ¿de acuerdo? Cada vez que luchéis por un derecho, perderéis la razón. Aquí sólo pega la policía, y si se lo ordenamos. ¿Qué no recortamos por donde debemos? A ver, no somos idiotas. Recortamos por donde debemos, por supuesto. Es decir, por donde menos nos afecta: la mayoría de personas dependientes, seguramente, no vayan ni a votar, los niños, aún menos, y los ancianos... Bueno, no todos llegarán a las próximas elecciones. ¿Queréis que molestemos a las compañías energéticas? ¿Por qué? ¿De qué vamos a vivir cuando dejemos la política activa? Ya os decimos que no es nuestra idea dejarlo a corto plazo, pero nunca se sabe. Hay que guardarse un as bajo la manga.

Así que no seáis violentos, por favor. Que perdéis la razón. ¿Queréis romper el status quo? ¿Qué haremos nosotros, entonces?





PD: Os lo confesamos: tenemos algo de miedo en nuestros adentros. Pero no demasiado. Sabemos que no vais a saltar. Muchos se ocuparán de deciros la poca razón que tiene vuestra indignación: ya sabéis, en voz baja... Como se han producido todos los cambios sociales relevantes, por supuesto...

 
Alex Mesa 16-01-2014

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miércoles, 15 de enero de 2014

Poder mentir es poder

- Fuente original:

Siempre he sido bastante reticente a los simplismos. Por eso no me ha gustado ver nunca la política como, simplemente, una lucha de poder, pese a que, sin duda, ésta existe. Forma parte de nuestra cultura de herencia indoeuropea, ver batallas en todo, pero, probablemente, por esta misma condición de indoeuropeos, quizás, también hemos insertado estas "batallas" por doquier. 

Pese a todo, la política tiene, sin duda, un componente social, más o menos altruista, que, no obstante, da la sensación de estar siendo poco cultivado. Y, al final, acaba uno cayendo en la cuenta de que el poder es más significativo: porque está donde no te lo esperas.

Poder mentir es, por ejemplo, un poder. Un poder del que, los políticos, no temen hacer uso en España. Te dicen que los salarios no están bajando, que el precio de la electricidad no está subiendo, que el cine no es más caro, que los medicamentos no cuestan más dinero... Todo esto ya va más allá del maquillaje/eufemismo de la verdad que se produce en política habitualmente. Mienten deliberadamente, y lo hacen a sabiendas de que no van a poder engañar a casi nadie. Aunque quizás el "casi" les compense, pensarán algunos. Pero no lo hacen por ello. No. Simplemente, lo hacen porque pueden. Porque poseen ese poder. Y no lo ven como limitado. Porque se conocen todos los resortes del status quo, del régimen establecido. Y no temen porque éste se rompa. Por eso pide sacrificios quién es verdugo y no ejemplo. Es decir, quién se beneficia de ellos o, como mínimo, quién no debe hacer sendos sacrificios en ningún caso.


CC; Imagen de dominio público (fuente: www.clker.com)


Te dicen así que "tener una aventura en el extranjero" (que no emigrar), puede ser la mar de provechoso. Que una educación pública debe ser elitista. Que la sanidad no sólo puede ser objeto de negocio, sino que es conveniente que así sea. ¡Qué asco de lo público!
Las cuerdas elásticas, por su propia condición, se pueden estirar bastante. Más de lo que uno, habitualmente, imagina. Aguantan muy bien. Pero también se rompen. También tienen límite. El status quo no es garante del futuro, como no fue en el pasado. Y las conciencias se despiertan.

A ustedes, señores políticos: los ciudadanos ya sabemos que tienen el poder de mentir, no se lo reprochamos. Pero es un poder con límites. Reír es bueno, reírse de los demás, no demasiado. Y reírse de la mayoría: poco inteligente.


Alex Mesa
15-01-2014

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