"Madurez del hombre adulto: significa haber reencontrado la seriedad que de niño tenía al jugar". (Friedrich Nietzsche)

martes, 29 de enero de 2013

Dostoievsky, la moral germanoluterana y el paro en España


Probablemente, la diferencia entre los grandes escritores de la literatura universal y el común de los mortales radica sobre todo en una suerte de capacidad para expresar lo que es perceptible por casi todos, pero no es transmisible por casi nadie. Y en este apartado de especiales entra, sin duda, Fiódor Dostoievsky.
Recientemente, estaba leyendo El jugador cuando, de pronto, quise cerciorarme de que esa obra no hubiera sido escrita hace 4 días. Y no, efectivamente, fue escrita hace algo más (fue publicada en 1861). Sin embargo, me asombraban algunas reflexiones y algunas consideraciones que eran muy descriptivas. No voy a desvelar mucho de la trama pero me pareció interesante una conversación que el protagonista principal tiene con otros dos personajes relevantes del texto, al final del capítulo IV. Aquí, Des Grieux ("el francés"), le dice al protagonista que no debería seguir jugando a la ruleta, que debería ser más prudente pues, considera Des Grieux, que los rusos no son nada diestros en el juego. El protagonista le replica, en total sentido contrario, que no, que al revés, que la ruleta parece un juego especialmente diseñado para rusos. Así se inicia una discusión en la cual el protagonista acabará tratando de explicar porque el carácter propiamente ruso se asocia al riesgo, a la falta de temor de arriesgar dinero y, especialmente, a la no-culpabilidad por obtener dinero fuera del canon "honrado".

Y es a partir de aquí cuando comienza a contraponer este carácter ruso, con el carácter alemán o, a mi entender, el carácter propiamente luterano. Esta descripción no tiene nada de novedoso para nosotros hoy en día, pues Max Weber ya la sintetiza muy bien en La ética protestante y el espíritu del capitalismo.

Pero a lo que íbamos. Dostoievsky culpa, a través de su protagonista, de la mala imagen del juego, no a un carácter inherente de malignidad en este mismo, sino a una concepción de la obtención del dinero que pasa única y exclusivamente por el trabajo honrado. Esto es, por el trabajo que como en la Biblia se reitera, se obtiene "con el sudor de la frente". El sacrificio no es una condición a tener en cuenta sino algo plenamente exigible. Y acumular riqueza, aunque no se use, es legitimo siempre y cuando sea a través del esfuerzo y el sacrificio, es decir, del trabajo honrado. Si un padre (Vater) debe sacrificar, nos dice el protagonista, el bienestar de alguno de sus hijos, con tal de focalizarse en el hijo con más expectativas, es totalmente comprensible. La austeridad es un principio que se asimila desde bien al principio: 

"Supongamos que el Vater ha acaparado ya tantos o cuantos gulden y que piensa traspasar al hijo mayor el oficio o la parcela de tierra, a ese fin, no se da una dote a la hija y ésta se queda para vestir santos; a ese fin se vende al hijo menor como siervo o soldado y el dinero obtenido se agrega al capital doméstico [...] De este modo, al cabo de cincuenta o sesenta años, el nieto del primer Vater junta, efectivamente, un capital considerable que lega a su hijo, éste al suyo, este otro al suyo, y al cabo de cinco o seis generaciones sale un barón Rothschild o una Hoppe y Compañía, o algo por el estilo 1."


                                                                       CC; Imagen de dominio público (fuente: www.clker.com)

Austeridad, sacrificio... ¿Por qué tengo la sensación de que todo esto me suena, y seguro que no solo a mi, de algo? No se debe caer en el error, de crear una discusión que enfrente naciones, Estados o pueblos y que lleve a la xenofobia. Es algo diferente a esto. Es una cuestión de cultura. De herencia cultural. La sra. Merkel , hoy en día, no hace sino replicar los principios de la moral luterana: esfuerzo, trabajo honrado, sacrificio, austeridad, sudor... La diferencia es que la venta de este discurso se ha modernizado y, se nos dice, obedece a causas económicas. No obstante, el trasfondo es totalmente moral. Para empezar, se nos vende que no existe alternativa a esto. Cosa que no es cierta. Pues, de hecho, las mayores fuentes de obtención del dinero no se suelen relacionar con el trabajo directo y sacrificado. Y no tan sólo hablo de la corrupción o de trabajos ilegales en economía sumergida, sino que el modelo de mayor éxito económico es el del empresario, aunque sea plenamente legal en todo, que obtiene cuantiosos beneficios a través de la generación de pasivos: es decir, obteniendo dinero incluso cuando no está trabajando gracias a la venta de productos o servicios que moldean otros. Y no lo critico. Es algo legal y, creo, legítimo. Sin embargo. no se corresponde con la estricta definición de trabajo honrado luterana aunque, es verdad, haya un gran esfuerzo inicial por asentar una idea que acabe trabajando en beneficio de su creador.

Pero como estamos en crisis... se nos vende la moto de que todo esto va a cambiar. Que todos tienen algo que aprender. Pareciera como si nunca nadie más fuera a obtener dinero sin apenas esfuerzo directo (y, a veces, sin esfuerzo a secas). Pero sabemos que eso no es verdad. Debemos saberlo. Aunque nos lo vendan: no es verdad. Ni el trabajo honrado luterano se convertirá en la única manera de obtener ingresos, ni se convertirá tampoco en la manera de obtener los ingresos más cuantiosos, ni se podrá convencer a todo el mundo de que es la única manera legítima de obtener dinero.

Y aquí interviene Joan Rosell, presidente de la patronal en España. Es decir, "el jefe de los empresarios". Nos dice que, debido a la gravedad, de la situación, que es incuestionable, los parados deberían aceptar cualquier trabajo que se les ofrezca, aunque no sea lo suficientemente bueno para sus expectativas. Y esto si que es cuestionable. La primera respuesta a este parlamento del Sr. Rosell por parte de la mayor parte de parados es: "¡ojala pudiera aceptar cualquier cosa, pero es que no hay nada!" Y entonces es como te han metido en su juego. Ya no se puede salir. Cierto es que esto es cierto casi siempre: la mayor parte de parados no van a poder aceptar ni algo misero porque no se les ofrece. Así de mal están las cosas. Sin embargo, desde mi punto de vista, lo grave de esto es el trasfondo: el atentado al orgullo del parado. La mención no-verbal a lo vagos que serían aquellos que, pudiendo trabajar, no lo hicieran. Y, realmente, no piensan en serio en que los parados sean vagos. Al revés. Lo que esperan es que se les conteste lo que se les ha contestado: "¡ojala pudiera aceptar cualquier cosa, pero es que no hay nada!" Porque es para esto para lo que se nos quiere preparar. Para que aceptemos cualquier cosa, bajo la coacción moral de que, sino lo hiciéramos, no podríamos seguir quejándonos de estar parados.

Pero lo que realmente deberíamos preguntarnos es: ¿por qué debo aceptar yo cualquier cosa?, ¿Por qué debo dejar que se juegue con mis expectativas, con mi bolsillo y con mi dignidad?, ¿Con qué propósito? ¿Se me devolverá todo esto que pierdo yo aquí en un plazo determinado de tiempo? Te dicen que sí. Que cuando amaine el temporal... quizás... Pero no hay plazos. Ni seguridad. Lo cierto es que te inducen a pensar que si en el día de mañana no aceptas cobrar el salario mínimo interprofesional y realizar un trabajo para el cuál no te habías preparado, eres un vago. Da igual tus másters. Y tus sueños. Eres un vago.

Esto hay en el trasfondo. Pero entonces, deberíamos recordarle al sr. Rosell, al sr. Rajoy, a Merkel y a todos los demás, que no. Que no nos van a poder vender la moto. Que quizás consigan humillar a muchos debido a la necesidad pero que no fue nunca cierto ni será nunca cierto que el trabajo honrado es la única salida. Y que el sacrificio de muchos no implicará, necesariamente, bienestar mañana. Que los demás también tenemos derecho a jugar a la ruleta o, cuanto menos, a trabajar honradamente pero en lo que deseamos. Y que si no puede ser, no seré dignificado de ninguna manera. Porque a nadie le complace ya ser mártir de ninguna moral y de ningún pueblo. Especialmente, si ser mártir equivale a ser idiota en un mundo en el cuál unos pocos se ríen del sacrificio de la mayoría.

1. Dostoievsky, Fiódor. El jugador (trad. López-Morillas, Juan). Alianza Editorial: 2011, Madrid. Cáp. IV. Pág. 48-49.

Alex Mesa

29-01-2013

                                       Nota: Está permitido  reproducir parcial o totalmente este artículo siempre y cuando se cite la fuente (la dirección web) y el autor original. Queda prohibida  la venta o utilización de este artículo con fines económicos sin previa consulta al autor.

 

jueves, 24 de enero de 2013

Conferencia en "Filosofia viva"

- Fuente original: www.filosofiadelhumor.com

Hola, ya tengo confirmada la fecha en la cuál podré ofrecer una charla acerca de mi investigación (la marginación del sentido del humor en la tradición occidental) en el ciclo de conferencias que organiza "Filosofia viva" en Granollers.

El próximo sábado 23 de febrero de 2013 a las 18h en la Biblioteca Roca Umbert de Granollers, expondré mis ideas en una conferencia titulada "Los estigmas acerca del humor en la tradición occidental".


Aquí tenéis el enlace a la página oficial del ciclo de conferencias, donde se expone la relación de días asignados para los diferentes conferencias y donde se puede leer un breve abstract de la charla (en català):

http://www.elcolador.cat/filosofiaviva/


Avinguda Enric Prat de la Riba, 77, 
08401 Granollers, Barcelona, España
+34 938 60 44 50

martes, 22 de enero de 2013

Doparse o mejorar


Hace mucho tiempo que pensaba en escribir este artículo o, más bien, en escribir algo acerca de esto. A propósito de la confesión de Lance Armstrong en la que confirmó la veracidad de las acusaciones sobre su dopping, creo que era buen momento para retomar la idea de escribir este artículo.

Empezaré por el principio: el dopaje es una lacra para el deporte. Así es considerado por todos, al menos. Va contra los principios mismos que, de alguna manera, consideramos todos que rigen el deporte. Y estos valores se deducen de las críticas feroces que el mismo Armstrong ha sufrido en los últimos días. Hasta ahí bien. Todo correcto. Pero, ¿qué significa doparse?, ¿qué es en realidad?, ¿donde ponemos el límite? Este tipo de preguntas pueden sonar extrañas e, incluso, absurdas pero, ciertamente, no lo son. Parece que en el caso del ciclismo, por ejemplo, que tan en boga está, sabemos señalar claramente: EPO, transfusiones...
No obstante, no siempre es tan fácil en otros deportes. Ni tan siquiera en el ciclismo.

Como parte de un anhelo de progreso que suele irradiar a la humanidad, ésta misma siempre ha buscado mejoras que le facilitaran su vida y las tareas que debe realizar (y, por ello, disponemos, por ejemplo, hoy en día de tantos electrodomésticos que nos simplifican tareas que, antes, eran más pesadas y requerían más tiempo). De toda esta ansía por mejorar, el deporte tampoco se ha visto excluido. Así, hemos inventado maquinas que nos ayudan a muscular nuestro cuerpo, dietas que nos permiten estar más fibrosos y ligeros... Pero, también, hemos diseñado bebidas y barritas energéticas, y también bebidas que van un punto más allá e inciden directamente en la mejora del rendimiento físico y, por tanto, deportivo... Buena parte de estos accesorios (dietas, maquinaria de musculación, bebidas...) suelen ser legales en muchos deportes y nadie hablaría de dopaje. Simplemente son ayudas, empujones con los que nos hemos familiarizado. Entonces, ¿cuando hablamos de dopaje?

A bote pronto, lo primero que se puede decir es que hay diferencias substanciales entre lo que la mayoría reconoce como dopaje y lo citado hasta el momento. Es cierto que hay algunas diferencias. Pero estas diferencias no remiten siempre a dos aspectos que,a mi modo de ver, suelen ser destacados como la diferencia entre el dopaje y lo que no es dopaje:

1) Se considera que algo es dopaje porque resta, en buena medida,  un principio elemental del deporte: el esfuerzo.

Si bien es cierto que todo tipo de mejora suele ir encaminado a eliminar o disminuir algún tipo de esfuerzo, también lo es que ninguna practica que se considere como dopaje, elimina el esfuerzo de ningún deporte aunque, quizás, lo atenúe. En el caso del ciclismo está claro: ningún ciclista gana sin esfuerzo por muchas ayudas ilícitas que tenga. No obstante, el punto central que legitima una reducción del esfuerzo tiene que ver con el 2º aspecto a tratar.

2) Se considera que algo es dopaje cuando su acceso no es universalizable, es decir, cuando la mayoría de deportistas de una disciplina no pueden acceder a esta mejora(normalmente porque es ilegal).

Estos 2 puntos suelen marcar, a mi modo de ver, la diferencia de percepción entre lo que es dopaje y lo que es implemente una ayuda. Y, especialmente, en el 2º aspecto creo que es comprensible esta postura. Por ejemplo, la filtración de plasma sanguíneo para ayudar a recuperarse de una lesión en un tiempo menor es algo que se permite en el Tenis, y no en otros deportes. No obstante, al tener acceso todos los deportistas de una misma disciplina, no se considera que eso sea dopaje pues es una mejora a la que todo el mundo tiene acceso. Pero, sin embargo, es indudable que esta práctica reducen en buena medida el esfuerzo de recuperación, simplifica las cosas. Por tanto, sobre el 1r aspecto, es decir, sobre la reducción del esfuerzo, no se puede decir que esto sea algo que que debamos considerar siempre pernicioso, pues, de hecho, no lo consideramos así (pernicioso) siempre.

En realidad, también hay diferencias que deberían alarmarnos y no lo hacen: por ejemplo, en fútbol (y también en otros deportes, claro está) el enorme presupuesto económico de clubes grandes como el FC. Barcelona, Real Madrid o Manchester United, por citar algunos, les hace estar dotados de mejores instalaciones para la preparación física, de doctores más consagrados, y de diferentes tipos de mejoras que ayudan significativamente a potenciar el rendimiento deportivo que otros clubs. Sin embargo, pese a que el acceso a esto no sea siempre universalizable, no solemos hablar de dopaje. Pues, también es cierto, la reducción de esfuerzos no significa la eliminación de los mismos y no quita méritos. En todo caso, no deberíamos exigir que estos clubes renunciaran a estas instalaciones y mejoras sino que todos pudieran tener acceso a figuras equivalentes con tal de poder competir en igualdad de condiciones pero no a la baja, sino al alza.

Michael Sandel escribe un poco sobre todo esto en su libro "Contra la perfección: la ética en la era de la ingeniería genética". Porque el tema de la ingeniería genética significará para el deporte, un paso más allá del dopaje o de la mejora. Y coincido con Sandel en que no nos debería preocupar tanto la mejora en sí misma que signifique la ingeniería genética (siempre y cuando salvaguardemos nuestra salud) como la desigualdad de acceso. Es decir, si unos individuos tienen acceso a las mejoras y otros no. He ahí el problema.

Y es este, creo, realmente el problema de lo que llamamos dopaje. Si hemos podido observar que, realmente, el anhelo de mejora es algo manifiesto en el deporte (como en todas las facetas humanas) y que esta mejora se observa en la mejora del calzado deportivo, de las instalaciones, de las dietas, los suplementos alimenticios, el acceso a doctores... Quizás lo que nos moleste es que haya cosas que queden a la sombra: que alguien se pase de la ralla. De lo que marca el reglamento.

Y es así como vuelvo al ciclismo. Nadie puede ser tan forofo, como he observado en algún foro deportivo estos últimos días, y decir poco menos que Lance Armstrong era un mindundi del ciclismo porque se dopaba. Vamos, como si las transfusiones mismas hubieran ganado etapas. Podemos cuestionar su calidad humana en cuanto ha sido un mentiroso reiterado. Pero no podemos obviar su esfuerzo en todo momento. Las mejoras eran trampas en este caso, pero no cualquiera hubiera podido ganar 7 tours. Pero, es más, si buena parte del mundo del ciclismo está bajo la sospecha del dopaje, y muchos ya están cazados, quizás  Lance Armtrong no poseyera una ventaja tal sobre muchos de sus competidores. O sí. Quién sabe. Pero no debemos caer en lo fácil de acusar o criticar a todos los ciclistas. ¿Son todos malos deportistas?, ¿En otras disciplinas son más buenos? Quizás en otros deportes no veamos tantos escándalos porque ni el reglamento es el mismo a nivel de severidad, ni sea necesario sobrepasar este reglamento para conseguir los objetivos pretendidos. En esta situación cabe plantearse dos alternativas:

Si el ciclismo, podemos decir, es un deporte muy duro debido a la exigencia que los ciclistas cumplen en las difíciles etapas que incluyen puertos de montaña muy exigentes, hasta el punto de que muchos se ven impelidos a recurrir a ayudas ilegitimas:

1) O bien autorizamos todas aquellas prácticas (siempre y cuando no se sepa que perjudican a la salud)que hoy en día se consideran dopaje en el ciclismo para dotar de acceso universal a las mismas y que, por tanto, no constituyan una mejora en régimen competitivo sino simplemente una mejora en cuanto a reducción del esfuerzo.

2) O bien, si porque consideramos depravado realizar esto o, especialmente, porque la autorización de estas prácticas pone en franco riesgo la salud de los ciclistas, modificamos las pruebas con el fin de rebajar la exigencia a la que son sometidos estos deportistas para amortiguar el esfuerzo.

En definitiva, la cuestión que nos debería hacer discernir entre dopaje y mejora es, realmente, la diferencia de acceso y su reglamentación. Pues la mejora deportiva no rehuye de ningún deporte profesional (e incluso amateur) ya que no es sino una extensión de nuestro anhelo de mejora para con todo.


Alex Mesa

22-01-2013

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